
El debate no es nuevo. Tampoco va a finalizar, es cíclico. Hay dos visiones de lo que es la educación en la sociedad. Por un lado están los que piensan que la educación debe tener un carácter exclusivamente práctico. Entendiendo como práctico aquel conocimiento que será de utilidad en el futuro a los alumnos. Lo curioso de este grupo de gente es que considera utilidad solo aquellos conocimientos que permitirán un acceso al mercado laboral o un ascenso dentro o ventaja competitiva dentro de la carrera profesional. Este es grupo dominante en la sociedad desde…Bueno, desde hace mucho. Por otro lado tenemos a los que consideran que la educación es algo relacionado con el desarrollo de la persona y donde los conocimientos son importantes en el contexto de desarrollar a una persona en valores éticos. Decir que estos cada vez lo tienen más difícil en la sociedad es quedarse corto.
La Educación está cambiando
Sin embargo algo se mueve. Es evidente que los pragmáticos llevan dominando la educación el tiempo suficiente para comenzar a sacar algunas conclusiones. Y está claro que ninguna muy positiva. Incluso desde la lógica puramente pragmática los problemas son evidentes. Vamos a ellos.
El mundo va demasiado rápido para que la educación sirva a nivel laboral
La primera crítica que podemos hacer a la visión pragmática es que el mundo está cambiando tan rápido que para cuando los alumnos se convierten en profesionales los conocimientos desarrollados están desfasados en el mejor de los casos, cuando no son obsoletos. Realmente esto ya ha pasado antes, sin embargo la velocidad que ha adquirido el cambio tecnológico especialmente aplicado al mercado laboral lo hace más evidente que nunca. Pensemos por ejemplo que paso en los años 80 con todos aquellas personas que invirtieron en formar a sus hijos en mecanografía. En apenas unos años la llegada del ordenador personal convirtió aquel conocimiento profesional en algo completamente obsoleto. No había ninguna ventaja laboral en haber realizado un curso de mecanografiado. La prueba es que ya nadie hace cursos de mecanografía.
Hoy en día puede que nos parezca fundamental saber programar. Los ordenadores y móviles nos rodean. No paramos de ver noticias sobre lo mucho que ganan los ingenieros y programadores en Silicon Valley. Y sin embargo, puede que dentro de 15 años nadie necesite programar. Ya tenemos CMS que cada vez son más sencillos y que con escasos conocimientos de programación te permiten realizar tareas complejas. No estamos diciendo que la programación vaya a desaparecer. Estamos diciendo que es más que probable que se estén sobredimensionando las posibilidades profesionales que puedan dar en el futuro.
¿Y los idiomas? La presión para que formemos a nuestro chicos en inglés solo tiene que ver con la utilidad que creemos que tendrá en su futuro laboral. Que sucedería si el inglés dejase de ser el idioma predominante en el mundo de la ciencia y los negocios. O mejor ¿Qué pasará si dentro de 20 años ya exista la tecnología que nos permita comunicarnos en diferentes lenguas sin dominarlas?
El propio desarrollo técnico, su velocidad y su impredecibilidad son un argumento de peso contra todos los que consideran a la educación y la formación una herramienta práctica, enfocada exclusivamente a un futuro profesional.
Ciudadanos o Consumidores
Quizá este punto no sea tan importante para los pragmáticos pero es evidente que nos encontramos en una encrucijada. La sociedad civil es cada vez más maleable y débil. La tecnología unida a los intereses económicos y políticos han creado un escenario que décadas atrás parecía relegado a la obras de ciencia ficción. Los ciudadanos de antaño se están convirtiendo exclusivamente en consumidores. Personas con escasa capacidad de razonamiento crítico. Nunca antes las pseudociencias, las teorías de la conspiración o las terapias alternativas había penetrado tanto en la sociedad. Y lo más curioso es que no lo hacen solo en las capas más humildes o con menos estudios. Al contrario, hoy en día la punta de lanza de estas charlatanerías son las clases universitarias acomodadas. Lo que lanza un terrible mensaje. Parece un fracaso, porque es un fracaso.
En la era de las Fake News, la segmentación publicitaria y el control tecnológico solo cabría apostar por ciudadanos cada vez más conscientes de los peligros a los que dejarse arrastrar por estas pendientes pueden tener. Pero parece que justo estamos en la dirección contraria. Consumidores encantados de consumir las noticias e ideas que encajan en sus prejuicios, fomentando una radicalización y una autoafirmación que ni siquiera se pone en duda cuando se confirman las falsedades que han alimentado sus ideas.
Las Empresas comienzan a contratar a gente que se forma fuera del circuito tradicional
No deja de ser curioso que a pesar de tener un modelo educativo pensado para crear profesionales que encajen en el mercado laboral, cada vez más empresas se decidan a contratar para puestos técnicos y cualificados a personas que no tienen un formación reglada. Les atrae la capacidad de adaptación, de innovación y evolución. Características que parece no encuentran en las personas que se forman en el sistema educativo tradicional. Sorprendente…O no. Porque como ya hemos comentado es imposible saber cuales serán las capacidades, conocimientos y habilidades que demandará el mercado laboral en un futuro. Con lo que este sistema tan pragmático en realidad fracasa, al no dotar a los alumnos de herramientas para que ellos mismo puedan gestionar su adaptación y evolución. No solo en el mercado laboral, en todas las facetas de su vida.
La Filosofía al Rescate
La filosofía como otras materias es un sospechoso habitual de los pragmáticos, que llegaron a poner en tela de juicio la utilidad de las matemáticas, y una materia que lleva años perdiendo peso en el sistema educativo. A fin de cuentas, que utilidad tiene eso de pensar en la trascendencia de la humanidad, la belleza o el conocimiento. No parecen cosas que vayan a preguntarte en una entrevista de trabajo. Uno no se imagina al responsable de recursos humanos de una multinacional preguntando sobre el Tractatus logico-philosophicus. Por alguna razón, la filosofía como las matemáticas y otras materias clásicas fomentan la capacidad de pensar de forma abstracta, discurrir, nos convierten en personas más difíciles de manipular. Algo se mueve, parece que por fin se plantea la necesidad de volver a dar a la filosofía la importancia que nunca debió perder en el sistema educativo.
Es interesante recordar que las obras de la ciencia ficción más alabadas y admiradas son, más que obras centradas en la tecnología o la técnica, obras centradas en la filosofía y los problemas ante los que se enfrentaría la sociedad. Esperemos que el ciclo cambie, y que no sea demasiado tarde. Necesitamos una sociedad formada por ciudadanos que sean buenos profesionales sí, pero que también sepan discurrir, que tengan el suficiente espíritu crítico para no aceptar lo primero que le pongan delante, que haga de contrapeso contra el poder que gobiernos y multinacionales están adquiriendo porque a fin de cuentas los ciudadanos acaban siendo realmente el único contrapoder, esto siempre ha sido así y siempre lo será.